Esperanza y Juan Ramón, Madrid

Somos Esperanza y JuanRa. Nos casamos con 23 y 26 años, respectivamente, después de dos años de noviazgo. Mi marido es informático y yo soy enfermera. Aunque llevábamos 5 años sin que llegara el embarazo, no nos preocupaba pues éramos conscientes de que en nuestra historia estaba presente Dios y él tenía un plan sobre nuestras vidas; con hijos o sin hijos. Lo vivíamos con absoluta confianza.

Como enfermera y matrimonio implicado en la pastoral familiar de la parroquia, nos interesamos en el curso de Monitores de Métodos Naturales de Planificación Familiar que ofrecía la Fundación COF Getafe. Una de las actividades del curso consistía en dar seguimiento y comentar 4 gráficas reales del método sintotérmico. Me planteé pedírselo a una amiga o familiar ya que yo estaba pasando por un mal momento de salud. Me saltó la curiosidad de ver si en mi ciclo se podría intuir algún problema.

Desde la primera gráfica se vio un problema, pero se tenía que confirmar con más ciclos registrados. Pasaron los meses y las gráficas continuaron igual o peor; pero mi estado de salud también. No era el momento de buscar activamente un embarazo.

En el curso de MNPF conocimos a la Dr. Helena Marcos, pero en ese momento no le dimos más importancia a lo que explicaba, más allá de la curiosidad que provoca un método “novedoso” de planificación familiar.

Unos meses después, cuando mi salud se estabilizó, llamé al COF de Getafe (donde habíamos realizado el curso) para citarme con la Dra. Mª Eugenia Huete. Ya habíamos hablado con ella anteriormente y, cuando me recuperara, nos llevaría ella para intentar buscar la causa del desarreglo en mis ciclos a partir de las gráficas. Pero Dios quería otro camino para nosotros... la Dra. Huete ya no estaba en el COF, si quería cita con algún médico, debía ser con la Dra. Marcos. Mi mente entró en shock porque yo ya tenía “mis planes”, pero mi boca dijo “perfecto, también me vale”.

Fuimos sin ningún miedo, expectativas, preocupaciones... pero lo que tenía claro es que según cruzara aquella puerta era como darle un Sí a Dios, en cuanto a la apertura a la vida se refiere. Las pruebas que nos mandara, medicación que nos pautara, recomendaciones que nos diera, lo íbamos a seguir.

Cuando entramos en la consulta de la Dra. Marcos, nos recibió una mujer con una gran sonrisa, muy alegre. Nos tranquilizó mucho. No sabíamos si el embarazo se conseguiría, si llegaría a término, las dificultades que encontraríamos... pero lo que sí supimos desde el primer momento, en el fondo de nuestro ser, es que, tanto ella como nosotros, íbamos a poner todo lo que estuviera en nuestra mano para encontrar la causa y buscar una posible solución. Eso me tranquilizaba.

Por mi situación particular, lo primero que nos pidió fue cambiar del método sintotérmico al modelo Creighton. Para mí fue una liberación ya que había roto tres termómetros en 18 meses. Nos mandó las pruebas necesarias (sinceramente fueron pocas) y enseguida se descubrió el problema: insuficiencia lútea, ciclo postovulatorio muy corto, no se conseguiría implantación sin ayuda de medicación. Me recomendó medicación durante tres ciclos, siguiendo con las gráficas y con extracción de analítica en los días pautados sin buscar embarazo.

Como monitora conozco que la fase preovulatoria puede tener una duración variable y desde que llevaba el control nunca había ovulado antes de un día 21 de ciclo, pero ese primer mes de medicación algo raro sucedió, resulta que sí había ovulado y cerca del día 14 y el sangrado que vi una semana después (para mí era el período) resultaron ser pérdidas pues cesaron a los dos días. Saltaron las alarmas, miré la gráfica, parecía poco probable, pero no imposible. Era mi primer ciclo con medicación. Había fumado, un día tomé un poco de alcohol. Por otro lado, tomaba medicación para mis dolores… ni siquiera había iniciado con el ácido fólico… esto no me podía pasar a mí siendo enfermera y monitora de métodos naturales. Muy preocupada me hice un test y salió positivo, me hice un segundo test y se confirmó el positivo. Se lo expliqué a mi marido y preocupados se lo comentamos a la Dra. Marcos. Creo que todavía hoy recuerda aquel horror de correo, loco, sin mucho sentido. Como siempre me calmó, me mandó analíticas y la medicación que necesité hasta la semana 37 de embarazo.


Cuento esta experiencia detallada para resaltar la importancia de seguir las indicaciones de los médicos a la hora de buscar embarazo, pero si llega de sorpresa lo primero que hay que hacer es comunicarse con ellos pues puede que los embarazos no se estén dando en las mejores circunstancias y ellos pueden ayudar en esta situación.

Además del seguimiento médico, la Dra. Marcos me acompañó. No fue un embarazo fácil pues hasta la semana 18 estuve manchando y hacia la semana 24 pensando que ya estaba todo más controlado, nada más dejar la medicación comencé con contracciones y acortamiento del cérvix. En la semana 37 intentaron girar al bebé para lograr parto vaginal pero no fue posible y Vera (que significa mujer de fe) nació por cesárea de urgencia a la semana 37 un 15 de octubre de 2017.

Tras esperar el tiempo recomendado y prudencial después de una cesárea, nos volvimos a citar con la Dra. Marcos. Habría que hacerle un regalo a Vera, ¿no? Nunca había dejado de graficar mis ciclos desde el invierno de 2016. Así comenzó el nuevo proceso: analíticas, medicación. Tuvimos mucho más cuidado en esperar a buscar embarazo hasta que el ciclo estuviera regulado. En marzo de 2019 llegó la noticia: Vera sería la hermana mayor.

Este embarazo fue aún más complicado que el anterior... manchado hasta la semana diecinueve, y contracciones desde esa misma semana causadas por infecciones de orina de repetición muy resistentes a antibióticos, con las cuales, inclusive, sigo hasta la fecha. Ha sido un tiempo duro, en el que nuevamente me he sentido acompañada por la Dra. Marcos. Misma ternura, misma sonrisa, misma dedicación. ¿Cómo no recomendarla?

Ambos embarazos han sido unos meses de miedos, de dolor, de cansancio físico y mental... pero siempre acompañada.

El 24 de noviembre de 2019, tras tres semanas de pródromos, estando a término y teniendo una cesárea previa, me encontré otro ángel, la misma ginecóloga que me realizó la cesárea hacía dos años. Preocupada por el riesgo de rotura uterina con esos pródromos, me comunicó que la mejor opción, pese al riesgo de acabar de nuevo en cesárea por no progresión, era una inducción del parto.

El 25 de noviembre de 2019 nació, por un parto largo y algo complicado, pero vaginal, Tamar, que significa “Palmera en el desierto, Oasis”. No podría tener otro nombre.

Esperanza Paradelo y Juan Ramón Rivero.




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