Isaac y Sole

 

Somos Isaac y Sole, estamos casados desde 2016 y gracias a la Napro y a la Dra Helena Marcos estamos esperando nuestra primera hija, que si Dios quiere nacerá dentro de poco. 

Estamos muy agradecidos a Helena y a su forma de trabajar, pues desde que llegué en septiembre de 2019 a su consulta con mi diagnóstico de síndrome de ovario poliquístico desde hacía muchos años (desde los 16 concretamente, hoy tengo 30), supo qué hacer y cómo tratarlo. Mientras en la seguridad social nos habían ofrecido la fecundación in vitro varias veces como única opción, y poniendo el peso del problema en que yo debía perder kilos (sin herramientas de ayuda para esto), Helena nos ofreció ayuda de forma integral, atajando el problema entendiéndolo desde la raíz. 


Su tratamiento siempre fue (y es) desde el respeto al ciclo menstrual natural, contemplando y acompañando los tiempos según el método Creighton de reconocimiento de la fertilidad, a pesar de mis ciclos irregulares y mis hormonas alteradas. Supo que mi problema para perder peso estaba relacionado con mi problema hormonal desde el principio y con el tratamiento adecuado he podido perder poco a poco (sin efecto yoyo, como me solía pasar), recuperar unos hábitos saludables que había perdido y poder acercarnos al equilibro del sistema hormonal completo. Fue entonces cuando, tras varios meses estimulando la ovulación decidimos descansar y seguir perdiendo peso, ajustando medicación y centrándonos en la mejoría hormonal y buscar la salud y no en la concepción… entonces vino el embarazo, casi sin esperarlo ya hasta dentro de mucho…o quizás nunca. 


Fue una sorpresa impresionante, ya que ya dábamos por supuesto que ese hijo no llegaría y quizás debíamos entender que para Dios no era nuestro momento. Nos ha enseñado que sus tiempos no son los nuestros, y que la vida depende únicamente de Él, por mucho que nos empeñemos en que este mes toca, este mes me tengo que quedar si o si, ya que aparentemente está todo ordenado y perfecto para que llegue un embarazo…pues si no está de Dios, no pasará. Sin embargo sí que está en nuestra mano hacer todo lo posible por mejorar nuestra salud al máximo como forma de apertura a la vida, aunque Dios tenga la última palabra. Gracias a la Naprotecnología hemos podido valorar la salud reproductiva como una forma de abrirnos a la vida, aunque los hijos no llegaran, pues solo por conseguir ese equilibro había merecido todo la pena.