Pilar y Benjamín, Buenos Aires, Argentina

El milagro de la vida: Paz.


Hay bebés que tardan más de 9 meses en llegar. Hay bebés que se hacen desear mucho tiempo, y entretanto nos regalan aprendizajes y crecimiento al transitar la incertidumbre de poder o no ser padres. Así empieza nuestra historia: somos Pilar (33) y Benjamín (39), argentinos.


Nos casamos en marzo de 2015 en Buenos Aires y desde finales de 2017 vivimos en Zaragoza, España. Después de 3 años de casados iniciamos la búsqueda del embarazo. Estábamos muy ilusionados con agrandar la familia y a pesar de que habíamos hablado de la posibilidad de tener dificultades para gestar, nunca imaginamos que nos podría pasar.


Después de un año y unos pocos meses de búsqueda, con incertidumbre y algunos miedos, decidimos ver a un médico. Este fue un primer gran paso porque implicó para nosotros reconocer que estábamos iniciando un camino de esterilidad y necesitábamos ayuda.


Tener un hijo no era algo que estuviera bajo nuestro control, no sabíamos cuándo sucedería, ni si iba a ser posible. Inicialmente, los ginecólogos no encontraron problemas destacables, así que nos derivaron a clínicas de fertilidad, donde nos hicieron más estudios. El problema que encontraron era una baja reserva ovárica. La propuesta que nos daban era Fecundación In Vitro e incluso ovodonación. Nos mencionaron la posibilidad de empezar de inmediato, afirmando que ‘no debíamos perder el tiempo’. Esta noticia nos reafirmó nuestra situación de esterilidad; vivimos momentos de mucha angustia, duda e incertidumbre, pero gracias a Dios, pudimos seguir adelante, crecimos mucho como pareja y nos enfocamos más en el ‘para qué’ y no tanto en el ‘porqué’ de la situación.


A pesar del vacío y la tristeza que nos generaba la situación, intentamos apuntalarnos en el amor y la gratitud que daban vida a nuestra familia. El no tener un diagnóstico claro no nos dejaba en paz, por lo que seguimos buscando otros caminos.


Gracias a la recomendación de dos amigas tuvimos una reunión con la Dra. Gloria Sanchez Zinny, responsable de Naprotecnología en un hospital de Buenos Aires. Analizando nuestro caso y los estudios que teníamos hechos, nos abrió las puertas de la Naprotecnología, indicándonos que aún quedaba un largo camino por recorrer y muchos estudios por hacer para poder llegar a un diagnóstico. Sabíamos muy poco de Naprotecnología, pero sus palabras nos dieron una luz de esperanza y motivación para seguir buscando, ‘están en la mitad del río, hay que llegar a la otra orilla, ¡ahora…a patalear!’ – nos dijo. Debido a nuestra ubicación geográfica, nos derivó a la Dra. Helena Marcos.


Hablamos entonces con Venancio de Naprotec que, con muy buena y rápida disponibilidad, nos explicó cómo sería el abordaje. También nos aconsejó ser pacientes al transitar el proceso ya que podrían pasar muchos meses de estudios hasta tener un diagnóstico. Para ayudarnos a registrar el ciclo nos derivó con Anna Jarmolinska como nuestra monitora. Fueron 3 largos meses de registro del ciclo menstrual que exigieron mucho esfuerzo, dedicación y tiempo. Anna nos enseñó el método Creighton, y nos dio las recomendaciones para ser constantes en el reconocimiento de las diferentes etapas del ciclo. Al terminar de graficar los 3 primeros ciclos tuvimos la primera reunión con Helena. Ella nos transmitió tranquilidad y nos animó a seguir adelante. A su vez, iniciamos una nueva etapa de muchos estudios, analíticas y consultas que nos llevaron a recibir un diagnóstico – disfunción lútea, desajuste hormonal e hipotiroidismo.


La reserva ovárica seguía arrojando valores muy bajos, pero esto no era considerado un problema para conseguir el embarazo. La Dra. Helena no nos aseguró embarazo, sino mejorar nuestra salud y fertilidad. Tanto esto, como tener un diagnóstico, nos transmitía paz y la sensación de estar en el camino correcto. Para abordar este proceso de manera integral nos sirvió nutrirnos de lo que nos hace bien al cuerpo y al alma.


Por un lado, hicimos cambios en nuestra alimentación, intentando comer más sano y sumando más deporte en el día a día. Por otro lado, buscamos pasar más tiempo con amigos y familia, encontrar más momentos de oración y hacer programas que nos hicieran bien como pareja y familia. Al iniciar el 4to ciclo de tratamiento tuvimos una nueva reunión con Helena. Nos comentó que, según los estudios, la medicación estaba dando buen resultado. Nos dio esperanza para seguir adelante y nos volvió a recetar paciencia, ya que podía pasar 1 año más de búsqueda – a partir de ese momento los valores hormonales estaban similares a los de una pareja sin ningún inconveniente para gestar. Unos días después nos hicimos un test de embarazo y recibimos la feliz noticia de que estábamos esperando una hija. ¡Nos llenó de felicidad! No lo podíamos creer, tanto tiempo y tantos médicos consultados diciéndonos que no podríamos llegar a tener hijos.


La Dra. Helena nos siguió viendo durante todo el embarazo y representó para nosotros contención y seguridad; siempre sentimos que estábamos en buenas manos. A finales de agosto nació nuestra pequeña PAZ, llenando de alegría a nuestra familia. Estamos muy agradecidos con Dios y con todas las personas que fueron parte: con Gloria, Helena, Venancio, Anna, nuestras familias y amigos por toda la contención y apoyo que recibimos de ellos.