De vuelta  a la casa del Padre.

La parábola del hijo pródigo, nos cuenta que el hijo menor le pide al Padre, la parte de la herencia que le toca, y decide marchar para hacer su voluntad. El Padre respeta la libertad de su hijo y deja que se vaya.

Somos Germán y Roxana, nos casamos el 21 de abril de 2012 en Rubí-Barcelona y desde el principio de nuestro matrimonio buscamos un hijo.

Estábamos seguros de lo que queríamos y, por eso, después de un tiempo intentándolo sin éxito, nos tocó pasar por lo lo que a la mayoría le toca cuando no hay “éxito”, pasar por reproducción asistida, aparentemente la única puerta disponible.

Recordemos que nuestro objetivo estaba claro, un hijo deseado. De repente nos vimos en una espiral de centros de reproducción asistida, donde nos abrían posibilidades remotas, ya que el diagnóstico era poco claro: “baja reserva ovárica”, pero al fin y al cabo nos ofrecían posibilidades, nos ofrecían esperanza.

Después de varios intentos fallidos tanto inseminación artificial y 3 intentos in-vitro sin ni siquiera llegar a obtener ningún folículo apto para punción nos quedamos con el corazón roto, con mucho dinero “invertido”, y sobre todo preguntándonos: ¿por qué? ¿por qué no funcionó el protocolo?¿era tan grave nuestro problema? ¿Qué fallaba?

Un día recibimos un enlace de parte de un amigo sacerdote, la página nos llevaba a Naprotec.es, donde nos facilitaron el contacto de la Dra. María Victoria Mena. Todavía recordamos  la conversación telefónica  con la Dra. Mena, la lógica es la siguiente: cansados de visitar centros de reproducción asistida sin éxito, nuestra pregunta fue, ¿qué garantías nos dais para llegar a conseguir un embarazo?, la respuesta de la Dra. Mena fue clara, NINGUNA.

¿Os imagináis nuestra cara?, ella continuó: solo Dios da la vida. Intentaré ver y tratar las causas de vuestra infertilidad pero no os puedo prometer nada.

Creemos que al igual que el hijo pródigo, ese día vimos que habíamos tocado fondo, y poco a poco, a partir de entonces reflexionamos y nos dijimos: Tenemos que volver a la casa del Padre, pedir perdón y sobre todo aceptar su voluntad.

Fue una batalla muy dura, luchar contra nuestro propio yo y aprender a aceptar qué es lo que Dios quería para nuestro matrimonio.

Comenzamos las gráficas,  estudios y análisis en momentos puntuales del ciclo, y de repente lo vimos… aparte de un diagnóstico, comprendimos realmente por qué era difícil un embarazo. Ya teníamos una respuesta a nuestra pregunta de ¿por qué? Y eso nos dio paz.

Pasado unos meses de tratamiento y de una intervención que nos sugirió la Dra. Mena, en agosto del 2018, al igual que el Padre se alegró de la vuelta de su hijo, lo vistió con ropa nueva, le puso un anillo y mandó celebrar una fiesta, Dios Nuestro Señor nos dio un regalo grande; Llegó el embarazo y este pasado 8 de mayo de 2019, mes de María, nació Lourdes, nuestra pequeña bendición.

Estamos muy agradecidos a Dios, en primer lugar, porque ahora vemos que siempre respetó nuestra voluntad, pero sobretodo por su infinita misericordia cuando vimos que el camino que habíamos elegido no era el que Él quería para nosotros, y creemos que para nadie.

Estamos seguros que todos estos años estaba esperando nuestro regreso para darnos nuevamente su bendición, ahora con el hijo.

En segundo lugar a la Dra. Mena por su dedicación y todos sus consejos. A Venancio y Jordina por estar pendientes de nosotros y a María Miralles, nuestra monitora, por tantas horas de dedicación.