Somos Beatriz y Javier. Nos casamos el 24 de junio de 2017 en el Convento de Carmelitas de San Calixto, Hornachuelos, Córdoba.


Desde el principio teníamos claro que queríamos formar una familia y, como es normal en los matrimonios de recién casados, nunca se nos pasó por la cabeza que fuéramos a tener problemas y que nos iba a costar tanto tiempo.


Después de un año y medio aproximadamente sin que llegara el bebé, empezamos a preocuparnos y decidimos ir al médico para asegurar que todo estaba bien. Pero empezamos a ver que no, que había cositas que no estaban correctas. Fuimos de un médico a otro y el tiempo pasaba. Uno de ellos nos mandó un cariotipo. Es una prueba médica en la que se valora la carga genética y el patrón cromosómico de cada uno de nosotros. Un cariotipo salió correcto pero el otro no. Existía una alteración cromosómica compensada.


Tras varias opiniones de genetistas nos dieron la noticia de que la concepción y que el embrión fuera para delante era muy complicado. La mayoría de las veces se producirían embriones con cargas genéticas descompensadas lo que haría que los embriones formados, murieran a los pocos días. Nos dijeron que sería probable que ya nos hubiéramos quedado embarazados, pero no hubiéramos sido conscientes al morir tan pronto el embrión.


Con este jarro de agua fría, volvimos a nuestro médico y sin dudarlo un segundo, nos derivó a la Fecundación in Vitro como única solución a nuestro problema con elección de los embriones que tuvieran cargas genéticas correctas o, por lo menos, equilibrados, desechando a los otros.


Todas las opiniones médicas eran las mismas. Sin embargo, nosotros teníamos claro desde el inicio que queríamos una concepción natural y no quisimos recurrir a las técnicas de reproducción asistida. El plan que nos dieron era que podíamos ser padres pasado mañana, dentro de cinco años o tal vez nunca, dependiendo de la carga genética del embrión formado. Fue entonces cuando una tía nuestra Carmelita Descalza, nos habló de la Naprotecnología y nos facilitó el contacto de la Asociación Naprotec. No sabíamos si funcionaría o si serviría para algo, pero por la llamada informativa que realizamos, nos quedó claro que la Napro respetaba y compartía nuestra manera de ver la procreación en el matrimonio.


El inicio no fue nada fácil. Muchas pruebas, muchas charlas y reuniones, un largo camino por delante unido a momentos de desilusión y frustración. En menos de un año después de empezar con el modelo Creighton y la Naprotecnología nos quedamos embarazados. Salimos de cuentas en una semana. Nacerá, si Dios quiere, una niña que se llamará Teresa.


El momento en el que supimos que estábamos esperando nunca lo olvidaremos. No podemos ser más felices. Durante el embarazo ha habido momentos de incertidumbre y miedo por saber si la niña venía bien genéticamente pero al final, aprendes a confiar, esperar y querer a tu niña por encima de todo.


Queremos Agradecer a la Dra. Mena su trabajo y a nuestra monitora Anna Jarmolinska su paciencia, simpatía y buen hacer. Toda desesperanza inicial tuvo al final su recompensa. Esperamos que los matrimonios que tengan problemas de fertilidad acudan a la Naprotecnología como método responsable y respetuoso.