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Somos Jesús Y Marina, un matrimonio que vive en Burriana (Castellón). El día de Noche Buena de 2022 nació nuestra primera hija, después de cinco maravillosos años de matrimonio.
Marina y yo venimos de familias católicas donde, en nuestro día a día, hemos podido ver el evangelio hecho carne. Además, gracias a nuestra madre la Iglesia, hemos podido conocer el amor de Dios y su plan para el hombre. Todas estas cosas nos han permitido desear y conocer en profundidad, cada día, el amor de donación que Dios ha puesto en el corazón de todos.
Después de siete años de noviazgo recibimos el sacramento del matrimonio. Nos casamos súper contentos, con la certeza de que Dios está siempre con cada uno de nosotros. Nos abandonamos a su voluntad, sabiendo que Él es el dueño de la vida. Pasó un año y unos meses y no llegaban los hijos. Durante el noviazgo nos preguntamos más de una vez ¿Qué pasaría si no tuviéramos hijos? Enseguida pensamos que Dios nos ayudaría a vivir esa situación (aunque interiormente siempre piensas que es muy improbable que te ocurra).
Durante este tiempo el Señor me permitió estudiar el Máster de Matrimonio y Familia de Juan Pablo II en Valencia que fue importante para hacer frente a esta situación, por todo lo que recibimos y por las personas que puso Dios en nuestro camino.
En un principio pensamos que el querer indagar en el motivo de por qué no venían los hijos no era bueno para el matrimonio ni para el futuro hijo. Teníamos miedo de, sin querer, objetivar al bebé y, además, que el querer saber tanto nos indujera a pensar que nosotros controlamos todo. Es decir, queríamos evitar que todo el proceso pareciese como si quisiéramos conseguir un producto a toda costa. ¿No era Dios el responsable de la vida?, entonces ¿para qué saber tanto?, ya nos regalaría los hijos cuando él quisiera, sin controlar nosotros la vida. Y esto último es verdad, pero no contradice la responsabilidad que uno tiene de saber qué problemas de salud hay detrás.
Empezamos con el protocolo habitual en la Seguridad Social y enseguida vimos que no profundizaban en el problema, con la única solución de ofrecernos la reproducción asistida. A raíz de esto -y por otros aspectos morales que nosotros queríamos cuidar-, fuimos a pedir ayuda a profesionales que respetasen la dignidad de la persona, del matrimonio y por tanto del amor humano. Entre unas cosas y otras, finalmente acudimos a la asociación Naprotec. Personalmente, ya habíamos escuchado hablar de este nuevo modelo de “estudio científico”, pero no sabíamos del todo en qué consistía.
Al escuchar un vídeo de la Doctora Helena Marcos, y ver cómo en su explicación era fiel a la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio, el amor, la dignidad de la persona y el don del hijo (para nosotros imprescindible que se diera todo esto); nos dio la tranquilidad de que este era el camino correcto. Después de rezarlo mucho, el Señor nos lo puso fácil y unos meses después de contactar con Venancio Carrión, empezamos el “estudio”.
Anna Jarmolinska fue nuestra monitora de Creighton y la Dra. Marcos realizó el estudio médico. Uno de los problemas visibles de mi mujer era que tenía reglas muy irregulares. Empezamos con la monitora para aprender a reconocer el ciclo de la mujer y de esta forma poder proporcionar la mayor información sobre las posibles alteraciones. Después de un tiempo graficando y la realización de varios análisis de sangre, la doctora Helena ya tenía información suficiente para poder intervenir. Principalmente lo que se le diagnosticó a Marina fue que tenía resistencia a la insulina y diferentes hormonas descompensadas.
Después de unos meses, donde pensábamos que la voluntad de Dios podía pasar por no tener hijos biológicos, recibimos la alegre noticia: ¡Marina estaba embarazada!
Durante este tiempo, siempre hemos estado acompañados de una comunidad y hermanos en la fe que han rezado por nuestra situación. Esto nos ha permitido palpar el amor de la Iglesia, de gente que ·perdía su tiempo por rezar por nosotros; que sufrían cuando sufríamos y que se alegraron cuando nos alegramos del embarazo (algunos casi más que nosotros jeje).
Por tanto, para acabar, resaltar que una de las consecuencias de conocer la Napro para el bien de nuestro matrimonio, ha sido el poder conocer con mayor profundidad el funcionamiento del cuerpo del hombre y de la mujer. Nos permite realizar la entrega de la donación conyugal con una verdadera libertad, de forma incondicional, ya que somos conscientes y conocedores de lo que hacemos y de lo que puede pasar. Es decir, claro que existirá siempre la tentación (como en muchas otras cosas) de querer controlarlo todo, y más cuando la mujer sabe perfectamente cuándo es fértil y cuándo no. Pero, por encima de esto, sabemos que cuanto más se conoce a alguien más se ama.